José Luis Piquero
RAQUEL (inédito)
Raquel, ¿qué te ha pasado
por la cabeza? Puede
que una de esas canciones de niños, tralará,
o quizá algo que no dijiste a tiempo
y que ahora no recuerdas.
Cosas que ponen triste. La tristeza,
la Puta,
se te ha prendido en las mejillas
como una araña.
Yo prefiero pensar en ti bailando,
en mi casa, no hace mucho de eso, y te aseguro
que tu sonrisa era la más bonita de la tierra.
Parecías un vaso o una fruta
hacia los que se alarga lentamente la mano:
algo para aprenderse de memoria.
Y sin embargo aquel no era tu sitio, ahora lo sé,
en esa desdichada felicidad de quienes lo dan todo y nunca hacen preguntas.
Raquel, eras un ángel que follaba y bailaba y bebía cerveza
pero los hombres nunca
te han tratado muy bien.
Lámete esas heridas, nenita, cógeme el teléfono.
El veneno del mundo te ha mojado los labios.
Sé sencilla.
Todos los hombres te desean pero
qué flores tan extrañas, ¿no es verdad?
Tú y yo sabemos tres o cuatro cosas
que dan para vivir
y nunca cometimos el error de acostarnos.
Raquel, quédate quieta entre las flores
e intenta ser feliz. Lo que hacen todos.
Este es un poema lleno de amor, de aceptación afectuosa de las perfectas imperfecciones de los seres humanos. Es un ejemplo de esa mirada penetrante y sin concesiones, pero tierna, que sólo JL Piquero sabe prodigar a los juguetes rotos, pobres de nosotros machacados por la vida y sus circunstancias.
Como todo lo que escribe, me parece magnífico. Merecería más comentarios, pero le he pedido permiso al autor para utilizarlo porque necesitaba estos versos:
Parecías un vaso o una fruta
hacia los que se alarga lentamente la mano:
algo para aprenderse de memoria.
De este poema me gusta en especial esta imagen de un objeto bello o suculento que se desea tocar. No para poseerlo, sino para cerciorarse de que está ahí y que existe, para rozarlo y deleitarse con su presencia material.
A menudo me he preguntado por lo que hace que a ciertas personas nos apetezca tocarlas y a otras...no.
Es algo que no tiene relación directa con la belleza, y no me refiero especialmente al atractivo sexual. Hablo de un tipo de atracción más extensa e inconcreta, la que nos lleva a abrazar o desear tocar a nuestros amigos, o la que, simplemente, hace que toleremos o incluso busquemos la cercanía de ciertas personas, que les concedamos la oportunidad y el tiempo de compartir experiencias, que aprendamos a quererlas y a valorarlas hasta que se convierten en nuestros amigos.
Por supuesto que proporciona placer la contemplación de un cuerpo bello, pero es un placer estático además de estético... es autosuficiente, no nos arrastra a buscar la cercanía, es un placer completo en sí mismo, no necesita constatación ni contacto.
Lo que nos atrae a la aproximación, lo que nos hace a alguna gente atractiva... es el movimiento, el modo en que se mueven, cómo animan sus gestos. Ciertos gestos embellecen, hay ojos que se iluminan cuando detrás hay un ¡ajá, he comprendido!, o que chisporrotean deliciosamente por un momento antes de que se inicie una sonrisa...
Por el contrario, hay ciertos gestos que ablandan unas manos de por sí hermosas, o actitudes que retuercen y endurecen unas facciones en principio irreprochables.
Creo que no me atrae la gente especialmente guapa, sino la gente que se mueve de determinada manera. No es predecible ni racional, es algo que ocurre. Por eso confío poco en las fotos, sé que necesito ver moverse a alguien para saber si me cae bien.
Recuerdo tristes despedidas en salas de velatorios.
Esas personas amadas ya no estaban allí, únicamente teníamos sus cuerpos inmóviles, sin animación, sin esa particular e irrepetible forma de sonreír, aburrirse o demostrar enfado... Ni siquiera el cuerpo parecía el mismo.
Eran cuerpos inanimados porque el ánima anima al cuerpo y le da forma, lo hace bello porque le da sentido. Y su ausencia lo deforma, lo convierte en objeto inerte, absurdo... irreconocible.
Miramos ese cuerpo vacío anonadados por el dolor de la pérdida y no nos queda sino reconocer que lo que amábamos ya no está allí.
Cada cual le da sentido y ritmo a su cuerpo, le da esa manera única y personalísima de moverse, gesticular, entornar los ojos, estallar en carcajadas, apretar los labios, levantar las cejas, caminar deprisa o despacio, estirarse, disimular un bostezo, sentarse, escuchar a otro mientras se asiente con leves inclinaciones de cabeza, susurrar o gritar. El cuerpo es también el modo en que entonamos una pregunta o cambiamos de posición para preparar una confidencia.
Casi con independencia (o a pesar) de la racional lista de virtudes o defectos que puedan poseer, ese modo personal de moverse es lo que hace que ciertas personas me parezcan agradables o que experimente un rechazo irracional e injustificable hacia otras.
Los cuadros son de John William Waterhouse, un pintor prerrafaelita.
Reina, som ànimes bessones o algo...
ResponderEliminarM'encanten els txulassos, em giro pel carrer per mirar-los i alguna farola m'he menjat per no mirar davant, però no els posaria una mà al damunt.
Som molt del tocar. Parlant. M'agrada tocar. Homes i dones, és igual, m'atreu la proximitat. I has posat paraules a una de les coses que no sé explicar: com t'atreu gent físicament poc afavorida, i no té (sols) a veure amb el plànol sexual...
Són les mirades, els gestos, la veu, la forma de xerrar... Al cap i a la fí no estam fets de bocinets, som un conjunt.
Muás!
M'hauré de repassar el teu blog post a post!! MONSTRUA!
Jeje, gràcies reina. Jo també me l'hauré de repassar... mira que he tingut temporades inspirades i ara mateix en porto una de ben muda. No tinc res a dir...
ResponderEliminarPerò suposo que ja em tornarà la inspiració, potser amb la primavera.