15/2/09

Bilingüismo, idiomas y educación sentimental

Hoy tomo prestado este poema de mi poeta de cabecera para hablar de los idiomas. Es algo que ya he escrito en otras ocasiones y que retomo ahora que algunos amigos catalanes me han preguntado de nuevo: ¿si eres catalana por qué escribes tu blog en castellano?.


José Luis Piquero

Retiro sentimental


En mi familia no se dijo nunca “te quiero”.
Jamás oí decir “lo siento” a mi padre o a mi madre.
No sé si era vergüenza: una ternura demasiado estridente para enser
         cotidiano.
¡Incluso leer poemas! Eso sí que era algo sospechoso,
tanto como una mancha repentina o un suspiro o una puerta cerrada
         con demasiada llave.
Nunca “amor”, “estoy triste” o “te echaré de menos”, ¡podía uno reírse
         de esas cosas!
Entiendo que hay un pacto tácito de pudor en algunos afectos, y no
         obstante
yo hoy llamo a eso la incomodidad con todo lo cercano.
La amputación de lo sentimental, estoy de acuerdo, nos hace mane-
          jables los rituales difíciles de convivir; una pequeña argucia.
Así el templo: las fórmulas, nada de desgarrarse.
En el templo, en la casa, como en un hospital, es necesaria la asepsia
          de los gestos repetidos, seguros:
Procura ser feliz de una forma privada.


Y, como añadidura, está el saqueo
de palabras por parte de películas y canciones idiotas y esas niñas con
         novios revoltosos en un parque, entre arbustos enanos.


Y hay a quien gustan mucho las escenas
y tocar la guitarra sentimental de todos los salones y de todas las playas
         adolescentes, lánguidas igual que un veraneo despacioso,
mientras algunos más nos quedamos a solas,
bebiendo (y arrugados como estúpidos plátanos),
pensando qué decir.


En mi casa jamás se dijeron en alto las cosas importantes.
Busca hoy dentro de ti una lágrima, un gesto de ternura:
Ya se nos hizo tarde para esas tonterías.





Dore-barbazul


Tomo el poema de Piquero para empezar a hablar de los idiomas porque en mi familia tampoco se dijo nunca "te quiero".

Bueno, en realidad lo que no se dijo nunca fue "t'estimo".

Y no se hablaba mucho ni muy a fondo de nada. No podías estar en desacuerdo, ni muy triste ni muy alegre, ni perder jamás el control, ni no saber qué te ocurría; ni, mucho menos, estar sintiendo nada contradictorio a la vez ( desear y temer, amar y odiar etc... que es lo que le ocurre la mayor parte de las veces a cualquiera).

Y eso está, pesa su falta en mi experiencia, en mi vida, y pesa en catalán, o, mejor dicho, no es una falta, "és una mancança". 


Fui una adolescente sufriente, me dolía la vida con esa intensidad que sólo los adolescentes pueden sentir (y que a los adultos parece gustarnos minimizar en un torpe intento de olvidar que nosotros también, hace años, padecimos ese modo de sentir fulgurante y atroz). Mis amigas y colegas siguieron siendo niñas durante mucho más tiempo que yo, quedaron atrás, cada vez más lejos, me abandonaron, me dejaron enormemente sola. Vivia en un pueblo pequeño, mis hermanas estaban en internados, yo había cambiado, no comprendía nada y no tenía con quien hablar.


Pero entonces descubrí los libros, y en los libros hallé los amigos que no tenía, gente que me acompañó: Mujica Lainez, Pavesse, Cernuda, Miguel Hernández, Hesse, García Márquez, Ernesto Sábato, Ester Tusquets, Camus... son algunos de los primeros que me vienen a la memoria.



Mis primeras lecturas "adultas" fueron caóticas y pésimamente elegidas (como con la música, parece que tenía un sexto sentido para encontrar lo que podía deprimirme más y mejor). Pero conversando con esos amigos, en castellano, fui montando lo que podríamos llamar mi segunda educación sentimental. A esas personas, a esos personajes de los libros, les ocurrían cosas parecidas a lo que me ocurría a mí: sufrían, no tenian las cosas claras, los abrumaba el desconcierto… y lo explicaban y se lo contaban los unos a los otros para intentar comprenderse, desentrañarse, des-extrañarse. Me enseñaban como identificar y nombrar las emociones... en castellano.

Las palabras para describir los paisajes interiores las aprendí en los libros, y en castellano. En castellano tomé contacto con la complejidad de la vida, la de los otros y la mía.



 Dore_pulgarcito


El castellano ha sido mi lengua de formación, académica y personal, escribo mejor en castellano, consigo ser más certera y ajustarme mejor a lo que quiero expresar. Aunque el catalán siempre va a ser mi lengua materna y de entraña, en la que vivo más en directo, con más contraste pero tal vez con menos matices, como ocurre en las fotos con demasiada luz. Es como si en catalán me faltaran los grises puesto que nunca pude hacer mías las palabras adecuadas con las que nombrar (aunque sólo sea en el interior de mi mente) emociones, sentimientos, actitudes, que o no existían o estaban prohibidas en ese período de infancia y aprendizaje. Sin embargo hay cosas que, probablemente sólo podré hacer en catalán: amar a mis hijos, gritar mientras los paría y, con toda seguridad si digo algo cuando sepa que me estoy muriendo, lo haré en catalán.



Las imágenes son grabados de Gustave Doré, para ilustrar cuentos infantiles.

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