Debo el descubrimiento a Ben Clark quien, no sólo comparte asombro ante el poema, sino que lo explica en un precioso artículo que invita a reflexionar y al que nada puedo añadir.
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Imagen: Gabriel Pacheco |
“Nada sabe de amor quien vuelve vivo.”
Antonio Sánchez Zamarreño
Nada sabemos.
ResponderEliminarLo malo es que cuando sabemos porque ya hemos muerto, y, ¡Maldita sea! Hemos de volver a levantarnos, resucitarnos, reconstruirnos y olvidar lo que sabemos del amor.
Quedamos a la espera de poder volver a morir.
Lo que siento es lo que dices al pricipio, nada sabemos!! Amamos egoistamente o desde el miedo que no tiene nada que ver con el amor verdadero. Nuestra visión es bastante limitada y el Amor es demasiado grande por ejemplo el amor incondicional y puede que esté detrás de cada suceso o Ser y no logremos verlo o entreverlo. Saludos
EliminarUn verso delicioso! y absolutamente real, si se vuelve vivo de este viaje, no era amor
ResponderEliminarSobre el mismo tema, también delicioso este de Amalia Bautista:
ResponderEliminarIDA Y VUELTA
Cuando nos dirigimos al amor
todos vamos ardiendo.
Llevamos amapolas en los labios
y una chispa de fuego en la mirada.
Sentimos que la sangre
nos golpea las sienes, las ingles, las muñecas.
Damos y recibimos rosas rojas
y rojo es el espejo de la alcoba en penumbra.
Cuando volvemos del amor, marchitos,
rechazados, culpables
o simplemente absurdos,
regresamos muy pálidos, muy fríos.
Con los ojos en blanco, más canas y la cifra
de leucocitos por las nubes,
somos un esqueleto y su derrota.
Pero seguimos yendo.