25/2/14

algún específico protector


 Farmacia de guardia

No es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de andar telefoneando a una
farmacia
con tales quintaesencias.
Lo que yo necesito
para entrar confiada en el vientre
del sueño
es algún específico protector de
la fe.
¿Que le ponga un ejemplo más
concreto?
Pues no sé… Necesito
creerme que este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a abrirse alguna vez
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del mar.
¡Oh, volver a sentir lo que era
eso!
Y ni siquiera necesito tanto
—ya es menos lo que pido—;
simplemente creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más descuidada andaba
de esperarlo,
y supe con certeza
que sí, que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se desboca
es porque está latiendo sin
saberlo
desde otro muy cercano.
Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo que es muy tarde
para hacerle perder a usted el
tiempo
con tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.


Carmen Martín Gaite



7/2/14

ferozmente humanos

El Museu Nacional d'Art de Catalunya expone la obra completa de Joan Colom.


"En realidad, esta exposición es inédita en muchos de sus aspectos, ya que, a excepción del célebre trabajo sobre el Barrio Chino y la prostitución, acotado en unos pocos años a inicios de la década de 1960, la producción de Joan Colom sigue siendo bastante desconocida. Esa famosa serie de imágenes, que se ha convertido en una de las obras maestras de la fotografía del siglo xx, es tan sólo una pequeña parte de su archivo, aunque conforma sin duda el núcleo central de toda su obra."
 en  Periodistas en Español, sobre la expo de Colom en el MNAC 

Joan Colom es un buen fotógrafo, impecable en cuanto a lo técnico; escoge bien el tema, el encuadre, tiene excelente sentido de la composición de la imagen.

Lo que ya conocía de su obra, efectivamente, son esas magníficas fotos del raval con las prostitutas y el ambientillo marginal que ya debían resultar extraordinarias en su momento y que ahora, años después y patinadas por el encanto de las faldas de tubo y la foto en blanco y negro, resultan tan atractivas.

Con la distancia adecuada y bajo una buena luz hasta la pobreza adquiere una cierta dignidad.


Se llamaba a sí mismo el fotógrafo que hacía la calle y viendo sus fotos se confirma que allí pasó muchas horas, observando a sus semejantes, viendo la vida, fotografiándola para nosotros.

La exposición es tan extensa que uno acaba impregnado del modo de mirar de Colom, de lo que él bajaba a buscar a la calle cada vez que salía con su cámara... pero, además de la magnitud de la exposición, lo que me hizo percibir muy claramente esa mirada suya fue un video que recoge múltiples fragmentos de sus filmaciones.

Me fascinó, porque es una mirada curiosa que no obvia ninguna sombra, pero también es compasiva y tierna.



No tienen buena calidad, pero en esos retazos de filmaciones se puede seguir, aún con más claridad, el deambular de su mirada; se entiende perfectamente qué está mirando Colom cuando baja a la calle, en qué se fija, qué es lo que sigue y lo que persigue:

las chavalitas gitanas haciendo palmas para que una de ellas baile desplegando una energia y alegría salvaje ahí, en un rincón, ajenas al transcurso del resto del mundo...

la mujer mayor que camina penosamente porque le duelen los zapatos, por un momento parece que va a detenerse, quitárselos, pero no, prosigue, lenta...

los dos amigos que caminan abrazados entre los transeuntes, malvestidos, pobres, pero entre risas y disputas de broma...

el marinero borracho que zigzaguea por las Ramblas...

los niños jugando, los niños saltando, los niños descalzos, los niños haciendo trampas para que el más pequeño gane la carrera...


Confieso que el video me llegó a conmover de tal modo que se me escaparon unas lágrimas.
Me hizo entender que Joan Colom es el fotógrafo de la calle, sí, pero su tema no son las calles.

Ahora podemos darle el valor histórico a lo que él documentó, barrios y situaciones marginales, edificios, barraquismo... pero no es la arquitectura ni el urbanismo ni las calles lo que le hacía coger la cámara y pasear. A Colom le interesan los seres humanos que allí despliegan su existencia, los más frágiles y vulnerables, los desharrapados, los tullidos, los que no tienen nada, los que sufren, los que se muestran huraños y también los que, pese a todo, aún derrochan alegría, solidaridad, capacidad para ilusionarse.

El fotógrafo se deja enamorar por ellos... y en sus fotografías nos invita a que los apreciemos en su bajeza y en su grandeza, en su esplendor y en su miseria, tal como fueron: sucios, pobres y hermosos. Ferozmente humanos.

Fíjense en esta fotografía, miren a estos chicos. No me digan que no llevan escritos en su cara, en su pose, en su actitud, todo un pasado y, posiblemente, todo su futuro...



Una memorable exposición. Felicidades a los comisarios Jorge Ribalta y David Balsells y felicidades al MNAC por recuperar, reconocer y homenajear a lo grande a un fotógrafo imprescindible.

Muchas gracias, Joan, por permitirnos ver lo que tú veías.


Ignasi Marroyo. Retrato de Joan Colom fotografiando en el Barrio Chino, 1961.
Donación del autor. Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona © Joan Colom




Barceloneses, no hay excusas. El martes 11 de febrero, la Filmoteca de Catalunya organiza una sesión de homenaje al fotógrafo con la proyección de su película SENSE TÍTOL, de 1960, y del film de Enric Ripoll i Freixes y Josep Maria Ramon, EL ALEGRE PARALELO, de 1963.

El miércoles 12 de febrero la exposición de MNAC prolongará su horario de apertura al público hasta las 20 h y a partir de las 18 h la visita será gratuita.

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