Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo con todas tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría. (Eclesiastés, 9: 10)
"¡Contra pereza diligencia!" era el grito de guerra mañanero de mi abuela que, muy catalana ella, lo gritaba en perfecto castellano. Ella era una mujer muy diligente y trabajadora, y desde luego la recuerdo haciendo todo lo que debía hacer con todas sus fuerzas. Me encantaría haber heredado su energía y tesón. Seguro que algo queda.
Aunque, como era una mujer sabia, encontraba también sus momentos para dedicarse con gran placer a las labores de ganchillo o a sentarse un rato en el huerto sin hacer nada, nada más que disfrutar del frescor de la tarde. Me gusta recordarla así.
"No hacer absolutamente nada, es la cosa más difícil del mundo, la más difícil y la más intelectual". (Oscar Wilde)
La acidia o pereza derivada del latín pigritia y que según una de las definiciones del diccionario significa “Flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos”, es la séptima en la lista de los pecados capitales. Y en estos tiempos que corren, con tanto empeño en la productividad y la rentabilidad del tiempo, está muy desprestigiada, la pobre, al contrario que otros vicios clásicos como la lujuria o la gula que gozan de excelente reputación.
Y no sé si de lo que quiero hablar es exactamente de la pereza, o más bien del placer de la pausa y de la necesidad del tiempo de ocio, el opuesto al tiempo productivo, el del neg-ocio.
De las vacaciones ociosas.
Este año las mías han sido muy relajadas, he podido estar con mi familia en el Pirineo, acompañar y disfrutar de mis padres y también pasar un par de semanas en Menorca con mis hijos y unos amigos. Y aún me quedan unos días para mí.
Durante el ajetreo de la vida "normal" siempre echo de menos tener tiempo para hacer un montón de cosas y actividades, viajar, conocer, ir a cursos y exposiciones, arreglar el armario, pintar el pasillo... una lista desmesurada. Pero este año creo que finalmente he hecho las vacaciones que necesitaba, no las de seguir haciendo y haciendo diligentemente, sino las de desconectar, apartarme del trajín y recuperar un tiempo lento. Tener tiempo de sobra.
En estas vacaciones he enterrado el móvil, he desconectado de red, tele y periódicos, me he ausentado de la aullante actualidad.
He leído mucho cuando me ha apetecido y nada en cuanto ha dejado de apetecerme, he dormido cuando y como necesitaba y no me he permitido sentirme obligada a hacer nada en concreto, he holgazaneado a placer.
Pasé una tarde partiendo piñones con una piedra, sentada en el suelo del jardín. Al final saqué medio vaso, apenas suficiente para el pesto de esa noche... pero eso no importaba. Lo importante fue poder permitirme el lujo de dedicar tranquilamente tres horas a esa actividad nimia, repetitiva, manual, absurda teniendo en cuenta que en diez minutos iba y regresaba del super con una bolsita con la misma cantidad.
Descubrí que partir piñones con una piedra es una buena forma de meditación. No fueron tres horas perdidas, sino ganadas.
He podido disfrutar del “dolce far niente”, llegar a aburrirme un poco incluso. Y el aburrimiento, es también necesario, porque nos pone en barbecho, nos permite recuperarnos para poder ser creativos.
No somos máquinas, mecanismos siempre eficientes. Necesitamos pausas, recuperarnos, retomar el tiempo lento, un ritmo del tiempo... antiguo, el que había antes de la revolución industrial, las presiones para ser productivos y eficaces, antes de la revolución de la información del web 2.0 y sus continuas actualizaciones.
En una economía rural el mismo ritmo estacional proveía naturalmente periodos de necesaria actividad y otros de inevitable paro y recogimiento (que por cierto no coinciden con los actuales, antes el verano era activo y en invierno... se hibernaba).
Antiguamente había momentos en que se podía, en que estaba permitido no hacer nada y aburrirse.
Y como aburrirse sólo es divertido al principio, luego la gente se ocupaba en actividades ociosas, no las necesarias, sino las que les gustaban: podían dedicar horas y horas a bordar manteles con flores y abejas, tallar madera primorosamente, reparar las herramientas con calma y cariño, coleccionar sellos, confeccionar herbarios o canastos, observar a los pájaros, leer, charlar y contarse historias, ver pasar las nubes, dibujar, hacer música, etc... actividades entretenidas, que requieren calma, disfrute, mucho tiempo y le dan descanso al cuerpo y a la mente.
Dice Fernando Savater, hablando del ocio:
No fueron pocas las ocasiones en las que el aburrimiento fue el gran motor de la historia. De hecho, los seres humanos han subido montañas, se han embarcado rumbo a lugares remotos, como una posible solución a su aburrimiento. Si las personas no nos aburriéramos no haríamos nunca nada.
Estimados, permitidme un par de consejos: Disfrutad de las vacaciones, sin estreses por tener que pasarlo bien, ni tener que verlo todo, ni hacer demasiadas cosas. Perded un poco el tiempo, que es también un modo de ganarlo.
Y cuidado en la carretera, regresad.
En este tema estoy a partir un piñón contigo :-)
ResponderEliminarPreciosa reflexión! Elogio del aburrimiento y del dolce far niente, al que nos vamos a dedicar algunas en cuerpo y alma. ;-)
ResponderEliminarRecuerdo que, de pequeña, mi padre se sentaba conmigo en la terraza y nos pasábamos horas "cazando pichirichis", esas motitas de polvo que flotan en el ambiente y que sólo se ven a contraluz. Lo hacíamos con calma, casi con cierta desidia, en silencio. No cazábamos ni uno (cuando cierras la mano, se escapan), pero así compartimos horas y horas en grata compañía. Y el silencio era elocuente.
Me ha gustado mucho tu "tranquila y pausada reflexión"
ResponderEliminarYo voy a hacer exactamente lo mismo, de hecho, me he asegurado que no haya cobertura y pueda desconectar totalmente.Como tu, leeré, dormiré , escribiré y paseare lo que el cuerpo me pida.Sobre todo escuchare el "silencio y bullicio de la naturaleza".Me ha gustado leer tu post como
calentamiento previo, me voy el viernes!
@Yoriento: después de eso los piñones ya no me parecen tan caros... lo compartimos, en cuanto tengamos ocasión.
ResponderEliminar@Anna, para preciosa reflexión la tuya, tú más, que no... que tú más ;-)
Que bonito recuerdo has compartido, uno de esos momentos en que se está junto a alguien que quieres, el tiempo se vuelve dorado y no hace falta decir nada, gracias.
Yo había pasado horas en el desván viendo flotar las motas de polvo en el rayo de sol que se filtraba entre las contraventanas, pero nunca se me ocurrió como llamarlas... pichirichis es un buen nombre, me lo quedo.
@Lorena: Espero que tus vacaciones sean como las necesitas y que consigas encontrar el tiempo para disfrutar de la serenidad y de las pequeñas cosas. Que descanses mucho y regreses con las energías renovadas!
És un plaer fer una pausa per llegir-te, arati... i per recordar-me que no és veritat que sempre em quedin tantes coses per fer, fins i tot a les vacances.
ResponderEliminarEl aburrimiento bien administrado me parece la mejor inspiración posible. Aburrimiento = barbecho. Brillante analogía.
ResponderEliminarSaludos desde la oficina y con tensión cervical... ayn... ;)
@pere el que és un plaer és que t'hagis aturat una estona a veure que hi ha per aquí i si et serveix per prendre't les vacances amb més calma... ja ha pagat la pena. Massa sovint oblidem que viure és més senzill del que ens fem creure. Inspirar, expirar, obrir els ulls...
ResponderEliminar@Rrose igualmente, un placer notar su paso por aquí, últimamente no le envío nada... ya volverá septiembre. Tómeselo con calma, que me pasa Vd. de la dulce holganza al crujido cervical y se le nota muy atareado, en exceso?