Será por ello que me estremecen esos ramos atados con cinta en un poste, en una valla… recuerdo del lugar preciso donde alguien perdió a alguien que amaba.
Foto de 20x25 |
Buscando imágenes sobre el tema he encontrado a Andy Barter:
Uno de sus proyectos se centra, precisamente en estas flores en las carreteras, en las vallas de los caminos, en las farolas o los semáforos de las ciudades.
En cuanto he visto la primera foto he sabido que sólo la podía haber disparado alguien a quien le conmueven como a mi esas manifestaciones en forma de ramo.
Dice el fotógrafo:
“Vi las flores muertas y agonizantes como objetos de belleza, ya que representan el amor y la pérdida de un ser querido”
“Quería iluminarlas y fotografiarlas de una manera sensible, como si la luz descendiese directamente del cielo. No toqué ni moví nada de estos santuarios sagrados y aun así me sentía como si estuviera invadiendo la pesadilla de otra persona”.
Ya saben: cuidado en la carretera
Uff! Si.
ResponderEliminarA mi em fa recordar les meves mortes en carretera :(
trist, molt trist morir en aquests llocs...
B7s
Una pena. Els meus morts més estimats van morir en llocs preciosos i, no sé, pot semblar una tonteria, però a mi sempre m'ha reconfortat una mica.
EliminarEn un árbol, en una curva cerrada que acaricia mi barrio. Las veo cuando la lluvia y el frío no me animan a coger la bici, que me lleva por otros caminos. Marchitas, unos días, nuevas, frescas, otros.
ResponderEliminarEstas son pérdidas inesperadas, que sacuden e impactan y dejan tantas cosas por decir, por hacer, ... Lo sé.
Nunca he visto a quien pasea su dolor hasta allí para ir renovando esas flores, pero puedo imaginar conversaciones, recuerdos, gestos e incluso caricias en ese caminar y en ese delicado ritual.
Una manera de elaborar el duelo cuando el asfalto se apropia de una vida amada con ese desgarro.
Abrazo.
Gracias por la visita, Marta, a esta sala de sensibilidades comunes.
EliminarMe llama potentemente la atención el concepto “Santuario Sagrado”, el vínculo que sugiere con aquello que no muere jamás se une a la oscura emoción que me embarga cuando me cruzo con alguno de esos ramos en mis viajes. Curioso cómo hasta la textura cérea de estas flores se subyuga al conjunto como para no ensombrecer a la muerte.
ResponderEliminarMagnífico post, a medio camino entre esta casa y otra que permanece aletargada…;-)
Ya sabes de mi afición a visitar cementerios... a propósito de lo que apuntas sobre el concepto de Santuario, tengo pendiente un post sobre nuestra necesidad de rememorar a nuestros muertos asociándolos a un espacio físico, sea el lugar donde murieron, donde los enterramos o donde esparcimos sus cenizas.
ResponderEliminar¿Qué son unos cuantos meses para un ser de vocación eterna? Cualquier día de estos Dampyr reaparece con los colmillos brillantes y afilados. Seguimos a la espera ;-)
Todas las muertes al pie de una carretera son traumáticas, y siento que esas flores no dejan de gritar cuando paso al lado de ellas. Me hacen recordar otras tantas sin flores, en tantas cunetas de nuestras carreteras, aun...
ResponderEliminarSí, morimos en cualquier lugar y de muchas maneras, morimos arrasando con nuestra ausencia a quienes nos amaron y siguen amandonos después, en soledad. Pero estos ramos resecos en las cunetas me hacen imaginar que las muertes por accidente son especialmente duras de asimilar, por lo inesperadas. Es aquel "pero si hablamos hace un par de días...", ese "no puede ser, si le vi anoche...", el "salió de casa esta mañana y apenas le di un beso...", es la estupefacción.
EliminarLas flores en los márgenes de las carreteras son flores atónitas.
Gracias por la visita, Ricardo.