
Ayer por la mañana un hombre caminaba por la acera. Hizo el gesto de tirar un pañuelo de papel en la papelera, pero se le enganchó entre los dedos.
Le debió parecer demasiada molestia detener el paso, siguió caminando y se desprendió de él con un gesto brusco de la mano. Ahí quedó, un par de metros más adelante, en el suelo.
A mí, espectadora sentada en la parada del bus, me dio por pensar que la escena que acababa de contemplar era una metáfora de tantos actos fallidos en la vida... de lo que dejamos mal resuelto por no acabar de redondear el gesto, de lo que abandonamos a un paso de la consumación, de lo inconcluso por dejadez.