Caspar David Friedrich, El cazador en el bosque, 1814
I could never resist the call of the trail.
Buffalo Bill
El cazador
Te he dicho dónde están todas las trampas.
Te mostré los arbustos donde suelo esconderme,
paciente, inmóvil. Solo.
Conoces bien mi olor sobre la brisa
y siempre piso fuerte en la hojarasca.
Ven entonces, acude a nuestra cita
una vez más, mi amor,
corre de nuevo libre entre los troncos
con cierta burla, hermosa
como todas las cosas vulnerables,
segura, como siempre, de que no habrá disparo.
Me ha gustado, me ha gustado mucho, ese abrirse, ese esperar a que lo deseado se acerque a sabiendas de que no es pieza para cobrar, no es pieza... y al final tan sólo quedarás en soledad...
ResponderEliminar@Manel La poesía, como la música, le habla a los paisajes interiores: si es la pieza adecuada resuena en nuestros acantilados y corre por nuestras planicies.
ResponderEliminarNo es sencillo encontrar los poetas o los poemas que comprendan nuestra geografía, pero cuando ocurre es hermoso, armónico.
Me alegra compartir contigo algo de esto.